Pesamos 300 g de masa madre sobrante, yo utilicé los restos de masa madre que había recogido durante los 2 días.
Añadir 5 cl de aceite de oliva, 2 ramitas de romero fresco, 150 g de queso, una cucharadita de sal y 100-120 g de harina de pan, dependiendo de lo líquida que estuviera la masa madre. Añadir la harina poco a poco para obtener la consistencia adecuada.
Amasar, se debe obtener una masa espesa pero elástica.
Sobre una superficie ligeramente enharinada, estirarla hasta que tenga unos mm de grosor y cortarla con un cortapizzas.
Colocarlas en una bandeja de horno forrada con papel de hornear, rociarlas con aceite y salarlas al final.
Hornear en un horno precalentado a 210 grados durante unos 10-12 minutos hasta que estén doradas. Una vez horneadas, esperar a que las galletas se enfríen y entonces estarán deliciosamente crujientes.